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sábado, 24 de agosto de 2013

ENTRENANDO LA AUTOCONFIANZA

Quien tiene confianza en si mismo, gana la confianza de los demás
Leib Lazarow

En alguna ocasión, quizá en una reunión de trabajo, o en una conversación en la calle, o simplemente viendo caminar a alguien, nos ha abrumado la fuerza y firmeza con la que actúa una persona. Admiramos la confianza en sí mismo que deposita en sus acciones, y pensamos con cierta envídia "cómo me gustaría comportarme así". 

En ese momento no pensamos si realmente estamos ante alguien que domina el tema en profundidad. Da igual. Nos gana con su actitud (¿recuerdas el post Actitud vs Aptitud?)

Otra situación muy común es cometer un error y pensar que no seremos capaces de remontar, que los demás nos observan y que, con un punto negativo en nuestra espalda, difícilmente lograremos triunfar.



La autoconfianza es una herramienta fundamental no sólo para un directivo, sino para cualquier trabajador sea cual sea su ocupación, y no sólo en el plano profesional, sino en todas las facetas de la vida.

No debes confundir con autoestima. Para tener autoconfianza debes tener autoestima, pero tener autoestima no garantiza que tengas autoconfianza. La autoestima está más relacionada con tu relación contigo mismo y se refiere a cuánto te valoras, mientras que la autoconfianza interactúa con el exterior y se refiere más a cómo te afecta cada paso que das. 

Dado que en la autoestima intervienen procesos psicológicos mucho más complejos, de momento vamos a dejar ese tema para algún post futuro.

Sigamos con nuestra autoconfianza como herramienta. 
Te ayuda a pensar con más claridad, porque cada vez que eliges o descartas un argumento, esa opción queda confirmada, y no permanece rumiante en tu cabeza, consumiendo recursos.
Te ayuda a ser más útil para la empresa, porque te permite exponer tu criterio independientemente del foro.
Te ayuda a ser mejor trabajador, porque cuando estás convencido de lo que estás haciendo, el trabajo fluye con más rapidez.
Te ayuda a negociar mejor. Puedes mejorar en entrevistas de trabajo, en ventas, etc.
La seguridad en uno mismo no es algo innato. Seguro que hay una pequeña parte en nuestro temperamento, que nos viene "de serie" al nacer, pero también hay estudios que relacionan el grado de autoconfianza con el nivel de afecto recibido en los primeros años de nuestra vida. A pesar de ser un tema apasionante, no es nuestro objeto buscar el origen, sino definir el destino.
No te preocupes. Tampoco es algo que surja y permanezca perenne e inamovible. Se produce, se desarrolla, y se entrena. Sí, se entrena. Y de eso va este post. Ejercicios que te ayudarán a fortalecer tu propia seguridad en tus actos.
Empiezo por un breve cuestionario para ver cómo andas de confianza en ti mismo. No es un test científico. No sumaremos puntos al final. Sólo son preguntas que te van a hacer pensar en cómo tienes tu autoconfianza.
Empezamos:

  • Cuando caminas por un pasillo de un lugar público ¿caminas por el centro o tiendes a pegarte a una de las paredes?
  • Cuando estás en una conversación con más de dos personas que no son de tu total confianza (ni familiares ni amigos muy cercanos) ¿das tu opinión a todos, al que tienes más cerca, o prefieres omitirla y limitarte a escuchar?
  • Si te insisten mucho en un comercio, y el artículo no te supone un gran esfuerzo económico ¿lo compras?
  • ¿Llevas la contraria a tu jefe? ¿Llevas la contraria a un grupo de 3 ó más personas?
  • Con alguna prenda de vestir que te gusta mucho, pero que crees que llamará la atención, o que provocará reacciones en la gente ¿la vistes de igual modo?
  • A la hora de hablar en público ¿has notado si haces un movimiento de balanceo, similar a un péndulo? ¿consultas con frecuencia tus notas? ¿crees que tu voz se escucha en toda la sala?
  • ¿Eres capaz de mantener la mirada a alguien que fija los ojos en ti durante, por ejemplo, una reunión, o terminas desviándola por momentos?
  • Si tienes que dar instrucciones a tus subordinados y alguno de ellos se niega a acatar tu decisión ¿te enfrentas a él en ese momento, más tarde o lo dejas de lado y trabajas con el resto?
  • ¿Te ríes de algo que no te ha hecho gracia?
  • Si estás esperando a alguien ¿consultas tu teléfono (redes sociales, internet, mensajes, correo,…) simplemente por no estar mirando al frente?
Una vez leídas las preguntas ¿te sientes identificado con muchas/pocas/ninguna/todas?
Como has podido observar, se entremezclan preguntas profesionales con preguntas personales. Y es que, a pesar de que en casa y en el trabajo desarrollemos roles distintos que nos hacen comportarnos de manera distinta, la confianza en uno mismo es algo que debemos interiorizar para poder aprovecharlo en todas las facetas de nuestra vida.
Antes de empezar a practicar es necesario aclarar algo: la autoconfianza tiene un límite superior e inferior. En el límite inferior está la timidez, y en el superior la prepotencia. Debes limitarte a moverte entre esos valores, y aunque depende del tema en cuestión, siempre más cerca del superior que del inferior.

Vamos con los ejercicios.

  1. El primero de ellos es el más sencillo de explicar: Intenta cambiar tus respuestas a las preguntas anteriores, para que tras repetir el test, la nueva respuesta se dé tras demostrar tu autoconfianza:
  • Camina por el centro del pasillo
  • Si tienes algo que decir, dilo de manera que te escuche todo el mundo
  • Acércate a un comercio, interésate por un producto, pregunta, mira, revisa, y cuando vayas a pagar, di que te lo vas a pensar y/o que no estás interesado. Un buen objetivo son los comerciales bancarios que están en los pasillos de los Centros Comerciales (vendedores de tarjetas de crédito, de cuentas bancarias, etc.) ya que trabajan a comisión y son realmente insistentes. (Desde aquí pido perdón al comercial afectado por el ejercicio, y le agradezco que haya contribuido a un mundo más firme).
  • Lleva la contraria a tu jefe en algo que creas que tienes razón. Defiende tus ideas con el siguiente consejo: A un jefe se le dicen las cosas 2 veces. La primera en la que expresas tu opinión, y la segunda, en la que la explicas de nuevo y aportas la información que no haya podido quedar clara. Nada más. La decisión es suya por encima de la tuya; debes aceptar la jerarquía y no “machacar a un superior” aunque sepas que tienes razón. Aun así, siempre es mejor una crítica constructiva que un silencio eterno.
  • Sal un día a la calle con algo llamativo, hortera, o pasado de moda. Experimenta la sensación de las miradas ajenas, y sobre todo, intenta descubrir la poca importancia que puede tener para ti la opinión de un tercero.
  • Sobre hablar en público hablaremos en exclusiva dentro de unos días, pero de entrada, si tienes que hablar en público, haz el esfuerzo de fijar tus pies al suelo y evitar todo movimiento no controlado. Haz que tu voz retumbe en la sala, sin gritar ni forzar, simplemente haciéndote ver. (si no tienes la oportunidad de hablar en público, acércate a algún lugar concurrido, como un comercio donde haya que pedir la vez, y dirigiéndote a todo el foro, pregunta: “¿quién es el último?”
  • La próxima vez que te hablen, haz el esfuerzo de mantener continuamente la mirada en el otro. Esto no significa dejar de parpadear ni poner cara de perturbado. Simplemente no bajes o desvíes la mirada durante la conversación (recuerda el post del lenguaje corporal en técnicas de negociación Técnicas de negociación: El lenguaje corporal)
  • En el caso de tener que hacer que alguien cumpla tus instrucciones a pesar de su negativa, si hay más gente delante organiza el trabajo, indícale que quieres hablar en privado con él, y coméntale tu punto de vista. El caso de subordinación será un tema que trataremos en otro post.
  • La próxima vez que te cuenten algo (a priori) gracioso, pero que a ti no te ha hecho gracia, no te rías por seguir la corriente. No hace falta ser descortés. Si no cuadra, no lo fuerces.
  • Cuando estés esperando a alguien (o algo), simplemente observa lo que te rodea, sin esconder tu mirada en el teléfono, en el periódico, etc.
2.       El segundo ejercicio puede que ya lo hayas empezado a practicar. Vas a practicar tu asertividad. Para ello, debes volver a leer el post Decir no, si es no, es bueno.

Como comenté en aquella ocasión, la herramienta NO, aunque es una de las más sencillas de las que disponemos para fortalecer nuestra autoconfianza, está totalmente infravalorada, y preferimos seguir la corriente antes que nadar por nuestra propia ruta.

La autoconfianza no es sólo una herramienta. Es un engranaje. Una polea que hace mover nuestro TODO. Cada acto, cada palabra, cada pensamiento, está impulsado por la confianza que tenemos en nosotros mismos.

No te conformes con tu propia inercia. Entrénate para asegurar cada paso que des.


jueves, 8 de agosto de 2013

CULPABLE vs RESPONSABLE

Uno es para siempre responsable de lo que domestica
Antoine de Saint-Exupery

Todo el mundo tiene claro que la misión de un jefe es mandar. Pero mandar, ¿qué es?

Vamos a comprobar qué piensas. Tienes 10 segundos para imaginar a un jefe trabajando (si tienes, no vale el tuyo). Puedes empezar… 

[Si no has imaginado nada, deberías ver menos la televisión] 

Algunos imaginan a un jefe dando órdenes con temple, otros gritando, otros regañando a los trabajadores y quizá alguno haya imaginado a un jefe sentado sin hacer nada porque ha delegado toda su tarea…

¿Alguien, ante un ejercicio de imaginación tan sencillo como el anterior, imagina a un jefe motivando a su equipo, protegiéndolo de agresiones externas, defendiendo el trabajo que realizan y asumiendo como propios los errores de sus subordinados? Porque un jefe es todo eso. Corrección: debe serlo.

Los llamados puestos de responsabilidad no están únicamente para marcar la dirección a seguir. Ése es el gran error de muchos de ellos. En el sueldo de un jefe va implícito responsabilizarse de todo lo que tenga por debajo jerárquicamente: objetivos, resultados y personas. Sí, personas también. Eres responsable de tu gente, de manera que si uno está triste o enfadado, debes hacer por mejorar su estado personal. Porque es eso lo que hace un líder: liderar. Y eso no se puede delegar.

Pero nos gusta llamarlos puestos de responsabilidad para denotar que tenemos responsabilidad a nuestro cargo, o puestos de dirección para indicar que dirigimos (que mandamos). Son medallas al mérito que nos colgamos en el Currículum o en el cartelito de la puerta del despacho, pero que no sabemos (o no queremos saber) lo que realmente significa.

Ante un error de un subordinado, el primer paso de un “jefe tradicional” (vamos a llamar así a quien busca mandar y no liderar) es culpabilizar al subordinado ante sus superiores, y a continuación reprender (o incluso despedir) al empleado en cuestión. Y aquí es donde vamos a encontrar las diferencias entre un culpable y un responsable. Vamos a ver qué dice el diccionario:

  • Culpable: Se dice de la persona a quien se imputa una acción u omisión ilícitas por haberlas cometido de forma deliberada o con negligencia de sus deberes.
  • Responsable: Obligado a responder de algo o por alguien

De manera que ante un error laboral, se puede diferenciar entre quién es el culpable y quién es el responsable.

¿Y cómo actuaría un líder ante un error de un subordinado? En primer lugar, fuera de su área de influencia nunca hablará de culpables. Esto quiere decir que ni sus jefes ni terceros sabrán quién ha cometido el error. Eso es algo que arreglará en la intimidad con el empleado, buscando el origen del error, desarrollando planes para solventarlo en común y motivándolo para que no lo repita. En cuanto al responsable, él asumirá las consecuencias del error, porque él es el responsable de su equipo (repito: de los objetivos, de los resultados y de las personas). Es posible que en algún caso, asumir esa responsabilidad le cueste su puesto (por dimisión voluntaria o por cese). Eso es responsabilidad, y eso es liderar. Y ese riesgo es parte del sueldo de un jefe. No cobramos más por saber más que otros, ni por tener más experiencia, ni por llevar más años en la empresa. Los puestos de responsabilidad deben cobrar más precisamente porque tienen más responsabilidad. Se puede explicar fácilmente por dos pirámides:


                           
En la primera se ve la estructura jerárquica tipo de una empresa. Los directivos están en su vértice superior, indicando, al estar más arriba, que jerárquicamente están por encima del resto y, al estrecharse el ancho, que hay menos personas en ese tipo de puesto. El desempeño de esa estructura se explica con una pirámide invertida, donde el mayor ancho en los puestos directivos indica más responsabilidad  (y más dinero, si quieres verlo así).

Si te fijas, la pirámide invertida parece un paraguas. Ésa es la idea, “si llueve, los de más arriba tapan a los que están por debajo”

Piensa si eres el jefe que te gustaría tener.