“Quien dijo que al
pueblo se le contenta con Panem et circenses (pan y circo) nunca estuvo en el
foso con los leones”
Al acercarse tan señaladas fechas, quien más y quien menos ya
ha tenido la ocasión de participar en alguna comida de empresa. He creído
conveniente hacer una reflexión al respecto, para optimizar los resultados de
esta herramienta para la empresa. Y digo bien: herramienta para la empresa. Es
una manera de mejorar la imagen de la empresa entre los trabajadores, de
conseguir que se relacionen más entre los distintos departamentos de la empresa
(muchos se ponen cara en estas fiestas), y un instrumento muy bueno de
reconocimiento del trabajo realizado.
Quizá algunos empleados tengan más a menudo comidas de
empresa (con proveedores, con socios, con la competencia, con clientes, con
Administraciones,…), pero no toda la jerarquía de la empresa participa en
ellas. Por eso, es importante valorar lo que para el resto es una excepción anual.
Os daré unos consejos al respecto:
· Ha de ser una fiesta. No se debe hablar de trabajo
salvo por un MUY BREVE discurso del máximo mandatario asistente. En él, se debe
hablar en clave positiva y de tranquilidad para todos, independientemente del
estado actual de la empresa, y que quede como un agradecimiento por el esfuerzo
realizado a lo largo de todo el año.
· Siempre debe pagarla la empresa. Con la Crisis, se ha puesto de
moda que cada uno se pague lo suyo. Consecuencia de esto, el pensamiento más
extendido es que “cada uno gasta su dinero con quien quiere”, así que los
empleados tienden a no ir, o ir descontentos. Si económicamente no es viable,
se puede pasar del menú estilo boda al menú del día, de ahí al cocktail; e
incluso sólo unas cañas en el bar de la esquina o una barbacoa en la obra
(según sector), el último día antes de
las vacaciones de la mayoría de la plantilla.
· Mejor cena que comida y mejor
fin de semana.
El tiempo de evento es el mismo, entorpece menos la productividad y siempre lo
puede alargar cada uno a su antojo. Para cualquiera de los asistentes, en esa
situación es más sencillo irse a casa nada más cenar sin llamar demasiado la
atención.
· Haz partícipes a los cónyuges. Un ambiente familiar da mucha
más robustez al grupo.
· Nunca hagas una mesa de jefes. Las jerarquías ese día no
cuentan.
· Informa del evento al personal
de baja y vacaciones.
Es importante contar con todo el equipo.
· Sobre
todo, intenta ser amable con todo el
mundo ese día. Entre plato y plato aprovecha para levantarte por las mesas
e ir felicitando las fiestas a los distintos grupos.
· Procura
que haya un detalle recordatorio para
los asistentes. Recordad lo que hablábamos en otro post sobre la asociación
de ideas. También se puede hacer algún tipo de sorteo o concurso.
Como resumen, la comida de Navidad ideal sería una cena de
viernes o sábado, pagada por la empresa, con asistencia de los cónyuges, con la
presencia de toda la plantilla, con cada responsable sentado en la mesa de su
equipo, y con un ambiente festivo y familiar. Después de todo, es NAVIDAD.