"En un equipo, no todos pueden pretender tener la misma fama
y prensa, pero todos pueden decir que son campeones."
Michael
Jordan
Un error muy extendido entre los
directivos de este país es considerar válidas únicamente las ideas que salen de
trabajadores de su nivel jerárquico o de sus superiores. Es decir, lo que dicen
los subordinados no vale. O si vale, nos quedamos con la idea, cambiamos lo
básico para que no se reconozca a simple vista y la vendemos como nuestra. Y en
ningún caso se lo reconocemos al autor original.
Esto, que así leído parece sacado
de un manual de malas prácticas en el entorno laboral, sucede día tras día en
la mayor parte de las empresas españolas. El halo de prepotencia que
comentábamos el primer día en muchos casos nos ciega y nos impide ver más allá
de la punta de nuestros zapatos.
Hace tiempo crucé palabras en
pleno tajo con un oficial de 1ª de una importante constructora en una
importante obra. Me llamó la atención la espectacular taladradora que usaba. 10
velocidades, 5 tipos de percutor, muy ligera…¡Tenía hasta puntero láser y
aspirador recoge polvo! Parecía sacada de las obras de mismísima Estrella de la Muerte en Star Wars. Pero observando al brazo
ejecutor, me di cuenta de que el rendimiento era pésimo. Me acerqué entonces para
hablar con él y comentar el juguete. No voy a poner las palabras textuales de
su opinión, por no herir sensibilidades. Al parecer le habían cambiado de
máquina para aumentar el rendimiento, porque la obra corría prisa y había que
trabajar más rápido. Se habían gastado un dineral en el artefacto en cuestión,
pero el rendimiento no había aumentado nada. Al contrario. “Que me cambiaran
las brocas” – me dijo resumiendo- “que éstas están viejas” Eso es lo que había
pedido. Brocas nuevas. Pero su superior decidió que él tenía mucho mejor
conocimiento del trabajo y del trabajador y no aceptó su opinión. La empresa
perdió dinero, tiempo y mucha motivación de ese trabajador.
Pues bien, esto pasa en todos los
niveles jerárquicos de las empresas. Es evidente que en un problema puntual,
que requiere una solución en tiempo real, no podemos estar haciendo muestreo
estadístico de la mejor solución. Hay que tomar una decisión en base a nuestros
conocimientos (académicos y profesionales) y a nuestro criterio. Parte de
nuestro sueldo consiste en eso, y no sólo en gestionar equipos de trabajo. Pero
en muchas ocasiones, los directivos nos precipitamos en tomar algunas
decisiones sin tener toda la información. Muchas veces, a medida que escalamos
en la pirámide de jerarquía de la empresa, perdemos perspectiva de lo que
realmente se hace en la base, y de cómo se hace.
Por eso, hay una herramienta que
considero muy necesaria para la mejora continua de la productividad: el Brainstorming
Global. Con esta palabreja al final lo que quiero decir es que pidamos
opinión sobre cómo mejorar nuestra empresa a TODOS y CADA UNO de los estamentos
de la empresa. Desde el conserje al presidente. Para ello debemos utilizar las
líneas de comunicación de la empresa (no tiene sentido que un jefe se dedique a
preguntar persona por persona sobre sus opiniones). Depende del sector de la
empresa. Una buena manera de recoger esa información es a través de encuestas
personales, da igual que sean en papel o formato electrónico, nominales o
anónimas, incluidas en encuestas de clima laboral o independientes… Pero
también puede ser de manera verbal en reuniones o a pie de tajo. Lo que nos importa
es la información. Para mí, lo bueno de que no sean anónimas es que puedes
contestar a todas, dando en primer lugar las gracias (fundamental) y en
segundo lugar el razonamiento de la idea propuesta. Así verán que no han
caído en “saco roto” si al final se descarta.
Como en toda tormenta de ideas, seguro que hay un 80% de ideas que se pueden
desechar de primeras, un 15% que se desechan tras razonarlas, y un 5% de ideas
válidas para adaptar al funcionamiento de la empresa. Fijaos. Por cada campaña
un 5% de ideas para implantar. Hay empresas que contratan carísimos servicios
externos de auditoría para conseguir menos. Y en este caso tenemos un beneficio
doble: además de la idea en sí, estamos haciendo partícipes a todos los
trabajadores del funcionamiento de la empresa. Esto aumenta la motivación y
disminuye la crispación laboral, porque sabrán que si tienen una idea para mejorar en
su puesto de trabajo, ahora la empresa ha puesto los medios para escucharles.