Translate

miércoles, 7 de diciembre de 2011

APTITUD versus ACTITUD


“Si me das a elegir entre ser listo o inteligente, me quedo con listo. Ya te contratará mi empresa para que me corrijas las faltas de ortografía”

En mi época de estudiante me pregunté en muchas ocasiones si toda esa formación se vería recompensada con éxito en la vida. Yo mismo me respondía que SIN DUDA. Pero esa respuesta me llevaba a otra pregunta ¿todos mis compañeros de carrera tendrían al menos el mismo éxito que yo? La respuesta era que NO. Si desarrollamos un poco más el razonamiento llegamos a una pregunta determinante ¿Por qué a unas personas les va mejor en la vida que a otras con el mismo camino recorrido?

Vamos a dejar a un lado los factores casuales como la suerte. Suerte es que te toque la Lotería, pero no es suerte ser elegido en una entrevista de trabajo. Entonces, “¿la suerte hay que buscarla?” Os responderé con una frase que siempre me gustó oír: “A mí la suerte me pilló siempre trabajando”. Todo esto lo vamos a ver a continuación con 2 definiciones.

Aptitud es el conjunto de habilidades que tenemos o desarrollamos para realizar una función.

Actitud en cambio es la manera de afrontar una función.

Voy a poner dos ejemplos reales. Siento resultar recurrente con el mundo del fútbol, pero he tenido que buscar un tema bastante común para facilitar la comprensión. Nicolas Anelka es un jugador de fútbol con un gran potencial. Llegó a ser una de las grandes promesas del fútbol mundial debido a su calidad individual. Problema: Su cabeza no acompañaba a su físico. Mentalmente no estaba preparado para ser una estrella, y terminó quedando simplemente como un buen jugador. Eso es aptitud buena, actitud mala. En contraposición, Raúl González forma parte de la historia del fútbol español. No ha sido un jugador con mucha calidad individual. Tampoco un gran rematador. Defensivamente era malo. ¿Qué lo hizo tan especial? Jugar cada partido como una final. Aptitud mala, actitud buena.

¿Cuál de los 2 ha gozado de gran éxito en su sector? El que ha tenido mejor actitud. Esta sentencia se ha confirmado con una investigación realizada a nivel mundial por The Consortium for Research on Emotional Intelligence sobre el llamado COCIENTE DEL ÉXITO: Un 23% se debe a nuestras capacidades intelectuales, mientras que un 77% a nuestras capacidades emocionales. En otra ocasión veremos cómo detectar estas capacidades en nuestros subordinados y cómo crear una Bolsa de Talentos. Ya os adelanto que no nos fijaremos tanto en el CV como acostumbramos.

Como conclusión, la forma que tenemos de enfrentarnos a la vida (tanto personal como profesional) es absolutamente determinante en los resultados finales. En muchas ocasiones, más determinante que la formación que hayamos recibido.

Esto es importante de cara a la gestión que hagamos de nuestro personal. Si una persona no tiene la aptitud necesaria para desempeñar su puesto de trabajo, ha habido un error por parte de RRHH en su selección. Pero si una persona no tiene actitud en su puesto de trabajo, no siempre depende sólo de él y no siempre es definitivo. Haceos las siguientes preguntas respecto a él/ella: ¿Como jefe le motivo lo suficiente? ¿El trabajo que desempeña le motiva lo suficiente? ¿El equipo de trabajo le motiva lo suficiente? Si respondes a alguna de estas preguntas con un “No”, te toca ponerte a trabajar.