Cuando las lágrimas no te dejan ver el camino, o dejas de llorar o dejas de caminar.
Resulta más o menos sencillo hablar sobre la desmotivación
laboral desde fuera, desde un puesto bien reconocido y bien remunerado, con la
carga laboral bien equilibrada, y con jefes/compañeros/subordinados adecuados a
la situación. Se suelen decir cosas como que el que está desmotivado es porque
no quiere trabajar, porque es vago, o flojo, o porque no vale para ese puesto, o
un poco de todas las cosas.
No es nada nuevo decir que el hecho de juzgar sin conocimiento
de causa es en este país (y en tantos otros), deporte nacional. Y precisamente
por ello, en este post, vamos a analizar los motivos más frecuentes de
desmotivación laboral, y cómo luchar contra ellos para volver a ser el
trabajador que todos (empezando por ti) esperan.
Para empezar, vamos a clasificar los motivos más frecuentes por
la cercanía al trabajador. Esto será porque cuanto más cercano tenga un motivo
el trabajador, mayor accesibilidad a la solución tendrá.
Círculo primario:
Dentro de este primer tipo nos encontramos las causas de
desmotivación más cercanas al trabajador, es decir, aquéllas que tienen interactuación
directa con él.
·
Jefe malo: Cada cual tiene una idea distinta de
jefe malo. Unos piensan que un jefe malo es aquél que manda mucho. Otros aquél
que no manda nada. Aquél que supervisa los trabajos demasiado cerca o aquél que
se desentiende. El que da mucho trabajo o el que quita mucho trabajo.
·
Malos compañeros/subordinados: Los que no saben
trabajar en equipo porque no rinden como el resto. O aquéllos que trepan
posiciones a costa de los demás. Malos pueden ser los que ganan más que
nosotros, o los que trabajan menos. Quizá aquéllos que siempre están dispuestos
a echar una mano nos resulten sospechosos, o aquéllos que sólo eligen las
tareas sencillas.
·
Condiciones laborales: Motivos de desmotivación
pueden ser una jornada laboral larga, un sueldo bajo, un puesto de trabajo
incómodo (luz, temperatura, ruido). Vacaciones no concedidas, turnos cambiados
o promesas incumplidas también se consideran aquí.
·
Carga de trabajo: La carga de trabajo que causa
desmotivación no tiene por qué ser muy grande, sino aquélla que o bien no se
puede cumplir, o requiere un esfuerzo continuado en el tiempo. También puede
desmotivar un encargo cuya cualificación esté por debajo de las expectativas
del trabajador, o muy por encima.
·
Condiciones personales: Problemas familiares, ya
sean conductuales, emocionales, o motivos de salud. Todo afecta al estado
anímico de un trabajador.
Círculo secundario:
En este segundo tipo predominan los factores que rodean al
trabajador, pero sobre los que tiene menor influencia de cambio.
·
Empresa desorganizada: Falta de información
acerca de los resultados de la empresa, o rumores internos, o muchos
movimientos horizontales, o con objetivos inciertos, pueden causar
incertidumbre en el trabajador, lo que ocupará parte de su cabeza, disminuyendo
el rendimiento y pudiendo causar desmotivación y frustración.
·
Desplazamientos al puesto de trabajo: Es de
esperar que el trabajador use la ruta óptima (tiempo, esfuerzo, dinero,…) para
llegar a su puesto de trabajo, pero el hecho de soportar horas de atasco en la
carretera, o la necesidad de realizar demasiados transbordos en el transporte
público, pueden hacer que el trabajador llegue a su puesto con la motivación
baja.
·
Departamentos “mejores”: el hecho de ver
reflejadas las expectativas de un trabajador en otro área que no es la suya,
puede ocasionar frustración que alimente la desmotivación.
Circulo terciario o externo:
Son factores externos que no condicionan directamente el desarrollo
de la jornada laboral, pero que aportan pensamientos “rumiantes” difíciles de
eliminar.
·
Situación político/económica del país: La “crisis”,
la corrupción, la seguridad ciudadana…, son factores que pueden descentrar al
trabajador de sus objetivos, y por tanto, desmotivarlo.
·
Resultados deportivos: Por surrealista que pueda
parecer a quien no lo sufra, alguien muy forofo de algún deporte deposita gran
parte de sus emociones en las competiciones deportivas, emociones que comparte
con el resto de actividades que desempeña. De manera que un resultado
positivo/negativo de su equipo, ya sea como deportista activo o espectador,
puede condicionar sus siguientes jornadas laborales.
·
Frustraciones varias: éxito de compañeros de
promoción y/o conocidos no cercanos, no acompañados del éxito propio, pueden
ocasionar frustraciones en el trabajador.
Como se puede apreciar, el 100% del entorno de un individuo
afecta a su estado emocional y, por tanto, puede afectar a su rendimiento
laboral. Como hemos repetido en posts anteriores, un trabajador desmotivado no
es un trabajador malo, y rara vez no es recuperable. Puede que en ocasiones sea
prácticamente imperceptible por los demás, porque su nivel de producción se
mantiene (en calidad y/o cantidad), pero que su nivel de desmotivación sea tal
que “rompa” y necesite una baja laboral. Por eso, es labor del jefe ejercer de
líder, y no sólo repartir el trabajo sino hacer seguimiento del estado anímico
de sus trabajadores. Es en esas ocasiones cuando el líder debe hacer como es@
padre/madre que ve a su hijo volver del colegio más triste o serio de lo
normal, y sabe que algo no marcha bien.
Pero sobre todo, es labor del propio trabajador identificar
su estado de (des)motivación, y hacer lo posible por devolverlo a los niveles
emocionales óptimos.
Sobre las actuaciones posibles, veamos algunos ejemplos.
Sobre los factores secundarios, el recurso más útil es
asumir. Has apostado por un puesto de trabajo y esto son los daños colaterales.
No existe el puesto perfecto. Lo es mientras tú consideres que lo es Debes
aprender a convivir con ellos y a usarlos en tu beneficio. Usa los desplazamientos
al trabajo para reorganizar tus ideas, o para desconectar del mundo
profesional. La desinformación de tu empresa hacia los trabajadores no debe
influir en tu rendimiento. Ante una acción, una reacción. Pero… ¿ante un rumor?
Y sobre el resto de factores, no debes dejar que se acerquen
a tu jornada laboral. Ya habrá tiempo para gestionarlos. En tu rendimiento
profesional no tienen cabida.
Como norma general, debes elegir quién quieras ser. Y debes
trabajar para lograr parecerte cada día a ese modelo. Independientemente de las
condiciones de contorno. Y aunque todos tenemos derecho a tener un día flojo,
no alimentes tus frustraciones con pedacitos de tu profesionalidad. Al final,
las etiquetas que te pone la gente son difíciles de quitar, pero aquéllas que
te pones tú mismo son imposible.
Y un consejo más. La vida es algo más que un trabajo. Hay una
parte fundamental del desarrollo de tu personalidad que viene de las
satisfacciones profesionales, pero no es la única. Hay baches que todos debemos
pasar. Y digo pasar. No quedarse ni estancarse. Procura salir lo antes posible
de ese estado de desmotivación y sobre todo, procura ser feliz haciendo aquello
que haces. “Por” o “a pesar de” ello.