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domingo, 28 de diciembre de 2014

CUENTO DE NAVIDAD: EL DESDICHADO PHIL

El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.
Víctor Hugo

La siguiente historia, como cualquier película de las 15:30 que se precie, está basada en hechos reales. En todas y cada una de nuestras experiencias reales. Algunos aportamos más, otros aportamos menos. Pero qué más da si han sucedido en realidad. En el momento en el que lo sientes, es real. Al menos para ti.

Centremos la historia en Phil. Podría haberlo bautizado Paco o Juan Luis, pero un nombre inglés siempre proporciona credibilidad y caché a la historia.

Phil odiaba su trabajo. Lo que hacía. Dónde lo hacía. Cómo lo hacía. Por qué lo hacía. Con quién lo hacía. “Qué asco levantarse cada día y caminar hacia ese agujero negro de motivaciones”. “Si pudiera – pensaba él - iría en chándal a trabajar y cagaría cada mañana en el hall principal”.

Phil regresaba a casa cada día, cansado de su odioso trabajo, y compartía casa con su mujer y sus tres hijos. Y digo bien. Compartía casa. Si en cualquier momento de su vida planificó algún tipo de vida familiar feliz, nunca pudo distar más de su realidad. Phil siempre decía que su mujer ya no era la misma, pero lo cierto es que nunca fue quien él quiso que fuera. Los niños pagaron ese desatino, inocentes de todo, y vieron como lo que veían en casa no era lo que deberían ver. Y a la vista de esa visión, Phil decidió que tampoco eran lo que deberían ser.

Pudieron ser para Phil una vía de escape sus amigos, pero nunca supo ver lo bueno de la gente y todos eran objeto de crítica. ¡Qué mala suerte tenía el pobre Phil!

Es por eso que Phil, un día de extrema desidia y desesperación, decidió vender su alma al diablo y terminar con este sufrimiento. Pero el diablo, que no es malo sino astuto, decidió jugar con él. Quiso probar de qué estaba hecha su alma “Tenemos exceso y nos hemos vuelto más exquisitos. No nos vale cualquiera”.

“Te propongo varios montones de cromos. Cada uno tiene una característica de tu vida. Los hay con un trabajo mejor, con una pareja mejor, con una vida mejor. No tienes que plantarte con lo primero que venga. Hasta que no levantes del todo no podrás ver lo que te ha tocado. Puedes levantar tantos cromos como quieras. Sólo te pondré dos condiciones: Una vez descartado un cromo, no podrás volver atrás. Y por cada cromo que levantes, me regalarás un día de tu vida.”

Phil era joven aún, por lo que esa parte no le importó demasiado. Tampoco la de no volver atrás, había tantos donde elegir…

Phil, antes de levantar, pensó que su vida hasta ese momento había sido un desastre, y empezó a levantar ilusionado. El primero era un trabajo mejor. ¡Qué suerte, a la primera! Pero ya que podía elegir, lo descartó sin pensarlo demasiado y siguió levantando. El siguiente también era bueno, pero seguro que había un pelotazo en todo el montón. Lo mismo le pasó con el resto de su vida. Iba levantando de un montón, y descartando, levantando y descartando, gastando cromos de cada montón y gastando días de su vida. El diablo, aunque comenzó frotándose las manos con semejante espectáculo, poco a poco fue cambiando su tez hasta la más absoluta perplejidad.

Cuando apenas quedaban unos cuantos cromos, Phil se dio cuenta de que ya había gastado casi toda su vida, y que aún no tenía lo que buscaba. En algún momento pensó en plantarse, pero para qué, si todavía no tenía la vida que quería. Justo cuando levantó el último de sus cromos, alzó la vista, observó la expresión incrédula del diablo, y murió.

El diablo ya tenía su alma. No hacía falta esperar. Su plan resultó tan efectivo que la consiguió al instante. El diablo dudo unos segundo, cogió el alma de Phil, y la tiró a la basura. “De este tío no aprovecho ni el alma” pensó.

¿Moraleja? No la hay. Todos somos Phil. Hay quien no eligió bien el trabajo, el cónyuge o los amigos. O quien a pesar de elegir bien, no sabe valorarlo. Cada uno sacará su propia enseñanza. Os pongo la mía (aunque me resulte extraño sacar una moraleja de mi propia parábola) y cada cual que decida.

No hay cromos ilimitados. Quizá el secreto sea pensar primero qué es lo que estás buscando, para luego poderlo identificar cuando se te ponga delante. También hay que valorar. Decidir en una balanza por qué merece la pena perder días de tu vida, y por qué no. Y también tener la actitud adecuada. Si algo es malo, es malo. Pero hay tantas veces que nuestra realidad sólo depende de nuestro estado de ánimo, que terminamos por perder la percepción de lo que realmente tenemos. Para mí, mi mujer es perfecta. Decidí perder días de mi vida hasta que la encontré. Eso sí, sabía lo que buscaba. Mi hijo es una lotería, que cobro cada día al llegar a casa. Mi trabajo no es lo que siempre soñé, pero hasta que tenga claro qué estoy buscando realmente, no voy a levantar otro cromo. Mientras, intentaré ver lo bueno que tiene. Y lo demás, sobre la marcha. Amigos viene y van, pero los buenos permanecen. No perderé un solo día en nada más. Es más, si alguien no los quiere, YO SE
LOS CO
MPRO.

FELIZ 2015 para todos.