" El arte del descanso es una parte
del arte de trabajar. "
John Earnest Steinbeck
Resulta
curioso cómo pasamos al menos tres cuartas partes del año pensando en las
próximas vacaciones, y una vez pasadas, lo rápido que las olvidamos.
La
siguiente expresión parece contradictoria, pero un periodo de descanso
resulta fundamental para el óptimo rendimiento laboral de un empleado.
Independientemente del puesto que ocupe. Dado que la recuperación del cansancio
físico no tiene mayor misterio que parar, voy a centrarme en el agotamiento
mental.
Las
jornadas de trabajo acumulan más estrés
en nuestro cuerpo del que podemos liberar. En función de tu manera de
gestionarlo a lo largo de la semana, el fin de semana tendrás que dedicar más o
menos tiempo a resetear tu cabeza.
Hay fines de semana que reseteas
completamente. Son esos en los que tienes la sensación de haber tenido cuatro
días en vez de dos, y de haber aprovechado cada segundo.
Pero
el problema es que eso no pasa habitualmente, y no gestionamos el 100% del estrés
acumulado durante la semana, dejando un “pequeño bote” con el que comienzas la siguiente
semana. Quizá sea una parte muy pequeña. Quizá no seas consciente de que la
tienes, pero la tienes. Y comienza la semana, y vuelves a sumar, y llega el fin
de semana, y reseteas, pero dejas una
pequeña parte, que suma, y así semana tras semana, mes tras mes. Y cada vez
estás más cansado y no sabes exactamente por qué. Simplemente deseas que
lleguen las vacaciones cuanto antes. Y cuanto menos tiempo queda, peor lo
llevas (al final explico el porqué de esto).
La
solución no es cubrir el estrés con ratos de ocio, porque siempre te faltará
tiempo. No puedes estar las 48 horas del fin de semana en el cine, en el campo
corriendo, con la bicicleta o durmiendo. No puedes estar 15 días seguidos con
al cabeza ocupada para no acordarte del trabajo. La solución es gestionar ese estrés. Dedicar unos minutos
(cada uno los que necesite) a ordenar las ideas. A ordenar los sentimientos y
las emociones. No frunzas el ceño. Aburre ya el estereotipo de jefe ajeno a los
sentimientos, entre otras cosas, porque estar enfadado también es un
sentimiento. Llámalo como quieras. Simplemente tienes que ser consciente de que
tienes dentro “cosas” que te hacen tomarte cada situación de una manera
distinta, y te hace asimilar (o no) emociones que sientes a lo largo de tu
vida. (ver http://directivosorg.blogspot.com.es/2011/12/inteligencia-emocional-i-el-comienzo.html
)
Pues
bien, partiendo de la base de que o bien no hacemos esto nunca, o no lo hacemos
con la frecuencia necesaria como para partir de cero cada lunes, necesitamos un periodo vacacional más largo
que el fin de semana para poder dar tiempo a nuestra cabeza a, si no bien a
olvidar, sí al menos a intentar enterrar bajo tiempo de ocio todas esas
emociones acumuladas.
Por
eso, durante las vacaciones, hay quien gestiona ese estrés luchando (deportes
de aventura, largas caminatas, “viajes maratón”…) o huyendo (lugares recónditos
como pueblos perdidos, playas desiertas) (ver
http://directivosorg.blogspot.com.es/2012/02/el-mayor-enemigo-del-trabajador-el.html
) Exactamente de la misma manera que hubiera reaccionado su cuerpo, en el momento
de la generación del estrés si hubiera podido exteriorizarlo.
Para
obtener cierta garantía de éxito en la gestión de tu estrés, debes coger un
periodo vacacional adaptado a tu “bote” acumulado. De manera que si tienes más
vacaciones de las que necesitas, acabas aburriéndote, y si tienes menos, te
incorporas al trabajo con la sensación de no haber desconectado nada.
Y
después, ¿qué sucede al volver al trabajo?
Síndrome
post-vacacional lo
llaman. Si tuviera que ponerle un nombre que entendiera todo el mundo sería:”Depresión
porque crees que durante el resto del año sólo vas a trabajar y acumular estrés,
por lo que no podrás divertirte”
Voy
a poneros unas reflexiones para hacerte pensar al respecto, y así ayudar a
“digerir” ese momento:
- En primer lugar, volver al trabajo significa tener trabajo. En España tenemos una tasa de paro actual superior al 20%.
- En vacaciones deberías haber gestionado tu estrés acumulado, por lo que deberías volver con el saldo de estrés a cero. No culpes a nadie de no hacerlo.
- Hay que ser consciente de que el trabajo nos permite, entre otras cosas, financiarnos el resto de nuestra vida, incluidas las vacaciones, luego es algo necesario y por tanto, debes aceptarlo (distinto a resignarte) y asumirlo como tal.
- La vuelta al trabajo no significa dejar de vivir. Cada día, algunos más y otros menos, tienes algunas horas que puedes dedicar a gestionar ese estrés. ¿Por qué no luchar o huir a diario? (Gimnasio, paseos, cine, tertulias, etc.). Si a diario es complicado, utiliza los fines de semana
- ¿Por qué olvidar en unas horas aquello que llevabas esperando meses? Los recuerdos deben servirte para aumentar tu motivación, no para conseguir el efecto contrario.
- ¿Has pensado en lo mal que queda que alguien recién incorporado después de sus vacaciones vaya quejándose de lo mal que lleva la vuelta, o lo cortas que se han hecho?
- Una actitud positiva consigue reacciones positivas en la gente, por lo que a su vez repercutirá de nuevo en ti.
El famoso
síndrome es consecuencia de la mentalidad negativa que invade gran parte de
nuestra jornada laboral y de sus franjas anexas, al ver mal gestionado nuestro
periodo de descanso. Fíjate en los lunes. Cuánta gente conoces que llega los
lunes al trabajo con cara de “pocos amigos”, hablando de lo bien que vive los
fines de semana y de cuánto odia trabajar. Esta mentalidad puede llegar a
comerse incluso el domingo por la tarde. Otra reflexión al respecto: ¿No te parece extraño
que la tarde del viernes, después de haber trabajado todo el día, estés de un
humor excepcional, y el domingo por la tarde, habiendo descansado todo el día
(incluso el anterior), estés desanimado y enfadado pensando en el trabajo?
La vida es
realmente breve como para desperdiciar tantos días entre vacaciones y
vacaciones, ¿no crees?
Como epitafio,
explico la ansiedad que sufrimos cuando se acercan las vacaciones.
A primera
vista puede parecer que según se acerca el día, estamos acumulando más
cansancio y por eso nos cuesta cada vez más. Eso tiene parte de razón, pero una
parte ínfima. La realidad es que mientras tienes las vacaciones lejos, tu
cuerpo reacciona al estrés, generando la tensión necesaria para afrontar el día
a día. Cuando se acercan las vacaciones, pensando en el día concreto, tu cuerpo
comienza a relajarse, por lo que resulta más complicado seguir. Un ejemplo muy
gráfico. Llevas horas aguantando para ir al servicio. Con muchas ganas,
soportas sabiendo que aun no tienes un aseo cerca. Pero en el momento de entrar
al servicio, si se complica algo (cremallera, cordón, botón,…) tienes la
sensación de no aguantar ni un segundo más. De no haber entrado, podrías haber
aguantado alguna hora más, y ahora estás allí, en unos segundos, pensando en
perder el control… Pues es el mismo efecto.
Relax antes de tiempo. Piénsalo.